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Arte, escritura, mujeres: la violencia de la invisibilidad

La violencia también es invisible y se ejerce y ha ejercido a lo largo de toda la historia de la humanidad sobre cada mujer que escribe, piensa, reflexiona, actúa o se atreve en modo alguno a desafiar el orden establecido del estado, esa sumisión impuesta a lo largo de los siglos. Muchos son los nombres que llegan a nuestra memoria de autoras, artistas cuyo trabajo y obra han sido absolutamente borrados pero también borrado su propio rostro y vida: ese impulso de silenciar que el sistema (o patriarcado) han impuesto desde mucho antes de la hoguera y que permanece de un modo sibilino.

Una imagen de Mary MacLane.

Apenas es conocida la inmensa obra de Hildegarda Von Bingen, madre de la medicina actual y de tantos otros conocimientos que sin embargo nunca le serán reconocidos. Conocedora de plantas, remedios medicinales, música… un conocimiento casi total de todo aquello que nos rodea. Y sin embargo, su nombre apenas resuena y mucho menos su inmensa obra casi, casi inabarcable. Lean, busquen, indaguen, hay un mundo tras el silencio. Como para reconocer ahora el conocimiento extirpado a tantas brujas, curanderas, mujeres sabias a las que tanto debemos hoy. Curiosamente en este caso, Hildegarda Von Bingen, abadesa.

Muchas son las artistas relegadas también a un segundo plano por su relación sentimental o que sus parientes, maridos —siempre la figura del hombre que decide— decidieron recluir en manicomios, alejadas, de nuevo borradas injustamente. Todas esas vidas fueron decididas por otros. Artistas o mujeres que en cierto modo por su comportamiento no encajaban en lo que el estatus social decía (y dice) debe ser el lugar adecuado para ellas. Historias aterradoras como la de Rosemary Kennedy, sometida a una lobotomía a los veintitrés años y recluida de por vida, su libertad ponía en jaque una familia, y vida política, que debía mantener el poder y para ello era necesario que nada ni nadie enturbiase esa imagen idílica que el hombre, sin embargo, sí podía quebrar cuando así lo estimase oportuno. Ella, sin embargo, no tuvo oportunidad de elegir.

Lean, indaguen, busquen, descubran a estas mujeres pues son muchos sus nombres y sus historias merecen ser recordadas: Camile Claudel, Emily Dickinson, Sylvia Plath, Mary Maclane (que bien podría considerarse algo así como la primera “bloguera” de la historia y que logró vivir de su trabajo, absoluta pionera) , Virginia Wolf, Alejandra Pizarnik… Ni os olvidamos, ni dejaremos que nadie olvide.

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